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Estudiantes de la cátedra “Intervención en el Patrimonio” realizaron actividad de cierre en Bodega Salentein

La actividad tuvo como objetivo poner en evidencia, a partir del conocimiento de un caso excepcional, las posibilidades que ofrecen el Patrimonio Cultural y el Turismo en una zona vitivinícola, en beneficio del desarrollo local.

imagen Estudiantes de la cátedra "Intervención en el Patrimonio" realizaron actividad de cierre en Bodega Salentein

El lunes 9 de junio, en el marco de la asignatura “Intervención en el Patrimonio”, estudiantes de cuarto y quinto año de la carrera Arquitectura realizaron una visita a la Bodega Salentein, en Tunuyán, obra del estudio Bórmida & Yanzón (1999-2006). La actividad es parte de la temática abordada en la última unidad del Programa de la cátedra; que abarca desde la calificación de los paisajes culturales y el patrimonio ambiental, hasta las estrategias de gestión y las prácticas de turismo cultural.

En este caso en particular, los estudiantes se acercaron, de la mano de personal de Bodega Salentein, a las actividades de producción y turismo que ofrece a los visitantes. Recorrieron las instalaciones industriales, la cava y el centro de visitantes, para concluir en el espacio Killka.

A continuación, se desarrolló el análisis tipológico y se profundizó en la secuencia de trabajos que decantó en la materialización del proyecto, de la mano de las docentes invitadas, Dra. Arq. Ana María Villalobos y Arq. Mónica Gómez, junto al docente de la Cátedra, Dr. Arq. Pablo Bianchi y el ayudante alumno Juan Martín Paz.

La Arq. Villalobos explicó que considerar al conjunto Salentein como caso paradigmático implica “revelar el binomio paisaje natural y cultural en una sola obra, descubriendo la comunión que existe entre la naturaleza, el objeto, el producto y la sociedad que lo solicita y consume”.

En palabras de la docente, y en un contexto natural y cultural de altísimo valor paisajístico y ambiental, el proyecto buscó “crear un sistema referencial y ordenador del espacio, basado en el uso de líneas y puntos, traducidos como elementos compositivos: ejes y focos”. De esta manera, la obra resulta en un complejo productivo formado por tres cuerpos arquitectónicos unidos por un eje compositivo, a partir del cual se ordenan materialidades y espacios como forma de “progresión escénica”, que se revelan al visitante a lo largo del recorrido.

Este recorrido consiste en la secuencia eslabonada de arquitecturas que albergan diferentes funciones: el espacio Killka, que es el soporte de la actividad social, la propia Bodega, núcleo industrial-productivo, como remate del itinerario hacia el suroeste, y la Capilla de la Gratitud, como remate en dirección opuesta. 

La Arq. Mónica Gómez, jefa de proyecto y directora técnica de la obra de la Capilla, puso especial atención en el proceso de ideación y materialización de ese espacio. Explicó que contaron con el asesoramiento del especialista en tierra cruda, Arq. Rodolfo Rotondaro. Se buscó, según los deseos del comitente, configurar un edificio que pudiese congregar a todos los credos, requerimiento que el equipo de proyecto resolvió a partir de elementos tradicionales del culto; como el atrio, el propio templo y el campanario.

La profesional explicó los pormenores que sortearon los proyectistas, junto con los ingenieros Elías Japaz y Magin Mayol, responsables del cálculo estructural; y la empresa Santiago Monteverdi Construcciones Civiles S.A; para poder concretar una obra en tierra cruda que, frente a las demandas contemporáneas, resultase segura para el uso público y sostenible en el tiempo.

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