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Docente de la Facultad participa del proyecto de Satélite Argentino

El ingeniero Pablo Euillades integra el equipo de profesionales que son parte del proyecto Satélite Argentino de Observación Con Microondas (SAECOM 1B), que el domingo pasado fue lanzado desde Cabo Cañaveral.

07 de septiembre de 2020, 10:49. Fuente: Por Rubén Valle - MDZ Online.

imagen Docente de la Facultad participa del proyecto de Satélite Argentino

El docente e investigador de la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo, Pablo Euillades, brindó una entrevista al diario digital MDZ Online, en la que contó su participación en el proyecto Satélite Argentino de Observación Con Microondas (SAECOM 1B).

A continuación compartimos la entrevista completa realizada por el periodista Rubén Valle:

-¿Cómo llegaste a ser parte del proyecto del SAOCOM, cómo fuiste convocado?

-Yo terminé mi carrera como ingeniero de Petróleos en 1998 e inmediatamente comencé el doctorado en ingeniería en una temática afín a una de las aplicaciones de imágenes como las que adquiere el SAOCOM. Esto lo hice en el Instituto CEDIAC, en la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo. Durante esos años la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) comenzó a pensar y a diseñar este satélite y nos apoyó fuertemente para que nos formásemos en procesamiento de imágenes de radar, que son las que obtiene este satélite. Este apoyo incluyó provisión de imágenes y capacitación en Argentina, Canadá e Italia, en institutos especializados en procesamiento de imágenes. Allá por 2002 me invitaron a una de las primeras reuniones del SAOCOM, en la que se buscaba definir un rango de aplicaciones para las imágenes.

Hacia 2011, el satélite ya estaba en fase de diseño avanzado y había que cubrir el requerimiento de analizar la capacidad del mismo para tomar imágenes que permitan medir deformación de la superficie, mi área de especialidad. En ese momento no había otro grupo en la Argentina que pudiera resolver ese desafío. Entonces, la CONAE nos convocó a Leonardo Euillades (mi hermano) y a mí para trabajar en ese aspecto del diseño del satélite. Lo hicimos desde nuestras instituciones: la UNCuyo y el Conicet.

-¿Cuál fue tu aporte específico como ingeniero?

-Una de las cosas que se pueden hacer con las imágenes del SAOCOM es medir cómo se deforma la superficie terrestre cuando ocurre, por ejemplo, un terremoto, una erupción volcánica, o también cuando extraemos agua o petróleo del subsuelo. Esos desplazamientos son generalmente de unos pocos centímetros, aunque pueden ser más grandes en caso de terremotos importantes. Para poder medir desplazamientos tan pequeños desde el espacio es necesario tener muy buen control de los parámetros operativos del satélite, como apuntamiento de la antena, posición en la órbita, entre otros.

Nuestro trabajo fue calcular, en base a los parámetros operativos de la misión, cuáles serían los errores en los mapas de deformación que se podrían construir. Como uno de los objetivos de la misión SAOCOM es hacer estos mapas, había que justificar que los resultados a obtener fueran significativos.

En caso de que la precisión no alcanzara, aún había tiempo de modificar los parámetros de operación proyectados para mejorar los resultados. Otra cosa que hicimos fue programar una parte del software de estimación de posición en la órbita que permite corregir los resultados. Esa porción de software es ahora parte del sistema de procesamiento que utiliza la CONAE en la Estación Terrena de Córdoba donde está el centro de control del SAOCOM.

-¿Cuál es el objetivo científico de los satélites SAOCOM 1ª y 1B?

-Los objetivos científicos de la misión son:

Proveer información de Radar de Apertura Sintética banda L polarimétrica independientemente de las condiciones meteorológicas y de la hora del día, de distintas zonas de la tierra, en tiempo real y en modo almacenado, con una resolución espacial entre 10 y 100 metros y con diferentes ángulos de observación.

Obtener productos específicos derivados de la información SAR, en particular mapas de humedad de suelo, lo que representa una gran ayuda para la agricultura, la hidrología y para el área de salud, debido a su comprobado impacto socio-económico.

Satisfacer las aplicaciones consideradas en el Plan Espacial Nacional para los Sectores de Información Espacial definidos.

Entre las aplicaciones del último punto, la misión está orientada a dar soporte a los productores agrícolas en relación a siembra, fertilización y riego, dar soporte en relación al uso de agroquímicos para prevenir enfermedades, mejorar la gestión de riesgos y emergencias hidrológicas, y dar soporte en la gestión de emergencias tales como inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas, mediante la construcción de modelos de elevación y mapas de deformación.

-¿La formación que tienen los profesionales argentinos está a la altura de los desafíos científicos de estos tiempos o todavía estamos lejos de las principales potencias?

-En el área en la que me desempeño la formación de los profesionales argentinos está a la altura de los desafíos tecnológicos actuales. El SAOCOM es una muestra de esto, pero la CONAE ha puesto en órbita y operado varios satélites de observación de la tierra antes de este. El SAOCOM es el más complejo tecnológicamente, y fue diseñado y construido principalmente por profesionales e instituciones de nuestro país, entre las que se cuentan la CONAE, las Universidades, el CONICET, la empresa INVAP, y varias empresas de tecnología que se formaron alrededor de la misión para proveer distintos tipos de servicios.

La mayor diferencia con las principales potencias no está en la formación de los profesionales sino en el financiamiento a la investigación, que es muy bajo en nuestro país.

-En todos los aspectos la pandemia vino a marcar un antes y un después. ¿Cómo lo traducís en tu oficio y en el área científica en general?

-Yo ejerzo la doble función como investigador científico y como docente universitario. Ambas han sido afectadas por la pandemia de manera distinta. Como docente universitario, no hemos tenido clases presenciales y se ha trasladado todo al espacio virtual, lo cual ha obligado a cambiar la manera en que se transfieren los conocimientos. Era una transición que se estaba dando, pero la pandemia aceleró todo el proceso. La forma en que los docentes enseñamos no va a ser la misma antes y después de la pandemia, pero creo que los cambios son para mejor.

En cuanto a las actividades como investigador, particularmente realizamos procesamiento de imágenes satelitales, y el centro de procesamiento lo controlamos desde nuestros hogares. No hay mucha diferencia entre hacerlo desde la oficina contigua, o desde la computadora en nuestra casa. El contacto con los integrantes del grupo lo mantenemos vía reuniones virtuales. Muchos congresos y reuniones científicas internacionales se han realizado en modo virtual, lo cual incluso ha sido beneficioso, ya que uno puede asistir a las ponencias de los investigadores más importantes sin asumir el gasto de traslado y manutención. Es probable que, finalizada la pandemia, se dé una mezcla de reuniones con parte asistiendo presencialmente y otra parte desde la virtualidad. En cuanto al área científica en general, depende mucho de cada caso particular. Los que realizan experimentos en laboratorio no pueden hacerlo a la distancia ni a través de internet. 

-Tras el lanzamiento del satélite, se destacó que tendrá un fuerte impacto en la comunidad científica internacional por el uso que se le podrá dar. Concretamente, ¿para qué le servirá a la Argentina, qué sumaremos que no teníamos hasta el momento?

-La comunidad científica internacional estaba muy ansiosa por el lanzamiento de este satélite. Hay que tener en cuenta que solo Japón ha lanzado y opera satélites con instrumentos de radar que funcionan en banda L, y que la política de toma de imágenes de las misiones japonesas (ALOS) es muy rígida. El SAOCOM va a proveer imágenes adquiridas en banda L, que sirven entre otras cosas, para “ver” debajo de los bosques. Esto le brinda a la Argentina un posicionamiento significativo en la comunidad dedicada al uso de imágenes de radar y a la comunidad científica dedicada a las geociencias. Además, al operar el satélite, la Argentina define las prioridades de adquisición de imágenes, que estarán enfocadas en nuestro país para alimentar las aplicaciones de nuestro interés. Esto no es así cuando el satélite es operado por otro país o por la Unión Europea.

-Dado este paso estratégico, ¿en qué se trabaja como proyecto superador de éste?

-En primer lugar hay que aclarar que SAOCOM no es un satélite de comunicaciones sino un satélite de observación de la Tierra. Un satélite de comunicaciones funciona como enlace para la transmisión de datos, en cambio un satélite de observación toma imágenes de la superficie. Actualmente la CONAE está trabajando en otra constelación de dos satélites en conjunto con la Agencia Espacial de Brasil. Estos satélites, denominados SABIA-Mar, van a llevar a bordo instrumentos que permitirán estudiar el océano y las costas. Según la CONAE, el lanzamiento del primero está previsto para 2022.

Sobre Pablo Euillades

Tiene 46 años, es ingeniero de Petróleos y doctor en Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo.

Es docente de grado y posgrado en la Facultad de Ingeniería de la UNCuyo y el Instituto Gulich (CONAE) e Investigador Adjunto de Conicet.

Ha realizado estadías de investigación en el Consejo Nacional de Investigaciones de Italia (CNR) y en la Universidad de Hawái.

Su área de trabajo principal es procesamiento de imágenes de radar para caracterizar deformación cortical, asociada a vulcanismo, tectónica y producción de petróleo y gas.

Fuente: Por Rubén Valle - MDZ Online

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