En el marco del encuentro Pre Arquisur que se realizó en la Facultad de Ingeniería, Carlos Regolini brindó una reflexión, surgida a partir de su práctica docente, acerca de la dificultad de convertir en arquitectura aquello que se piensa. Lo cual, aseguró, cobra relevancia mayor al darse en el diseño de las ciudades, pues lleva a que estas se desarrollen de una forma no regulada, cuando no crecen desde una planificación.
Por ello, es que instó a los arquitectos, y especialmente a quienes se dedican a la enseñanza, a preguntarse sobre ¿cuál es el sentido de lo que diseñan? ¿Y dónde buscan dicho sentido?
Al respecto, el especialista aseguró: “yo creo que tenemos que volver a las raíces”. Lo cual implica tener en cuenta la globalidad que existe actualmente, pero sin dejar de lado las necesidades locales, pues asegura que el diseño no debe darse de manera arbitraria, sino como “una respuesta a una necesidad, a un deseo”.
En este sentido, se refirió al concepto de Modernidad específica, lo que significa generar una innovación que surja de los condicionantes y necesidades del medio local. Y que, para aplicarlo, deben tenerse en cuenta algunos ejes fundamentales, como: la significación y las emociones que deben despertar las obras arquitectónicas; la necesaria innovación que deben tener cada una de ellas; y la relación con el medio ambiente, entre otras.
Sobre este aspecto medioambiental, Regolini aseguró que es muchísimo lo que los arquitectos pueden aportar desde su práctica y destacó que “la falta de calidad ambiental afecta al planeta, pero también a la calidad de vida de las personas”.
Finalmente, cerró la conferencia llamando a que cada estudiante y docente de Arquitectura reflexionara sobre cuál es la esencia desde la cual se está proyectando y a la cual se quiere apuntar.