Saltar a contenido principal Saltar a navegación principal

Palabras de despedida al Ingeniero Elbio Villafañe

El Decano de la Facultad de Ingeniería, Daniel Fernández, comparte con la comunidad educativa las palabras de despedida de quien fue docente de la Casa por más de 30 años y hoy se despide de la misma con el título de Profesor Emérito, conseguido por su destacada trayectoria académica y científica.

05 de julio de 2018, 08:13.

imagen Palabras de despedida al Ingeniero Elbio Villafañe

Este año, Elbio Villafañe fue distinguido como Profesor Extraordinario de la Universidad Nacional de Cuyo, en la categoría de Profesor Emérito, con mención especial al mérito académico-científico

Ayer, 4 de julio, recibí un correo electrónico de Elbio, uno de esos profesores que me marcaron durante el paso por las aulas y para la vida. Fue una de las personas que nombré en mi discurso al asumir como decano en el año 2014. Hoy, nuevamente remueve emociones y sentimientos de ayer, de hoy, de tantos años.

Su correo electrónico es de seis líneas, razón por la cual lo transcribo a continuación:

“QUERIDO DANIEL, ESCRIBÍ UN RECUERDO CORTO DE TODOS ESTOS AÑOS PASADOS. TE LO ADJUNTO. ESTÁ EN MAYUSCULAS PORQUE ES MI COSTUMBRE ACTUAL. PERDÓN SI NO TE LO ESPERABAS. ERES EL ÚNICO QUE LO RECIBIRÁ. ES MI VERDAD.

TE ENVIO UN CARIÑO, ELBIO VILLAFAÑE”

Sería egoísta de mi parte quedarme con sus palabras y privar de ellas a quienes lo conocen y lo disfrutaron. Por eso, las comparto con toda la comunidad educativa de la Facultad de Ingeniería.

Con gran afecto y respeto.

Daniel Fernández

 

A mi querida Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Cuyo

Por Elbio Villafañe

 

Es el beso del adiós.

Estuve contigo desde los ochenta.

Un viejo profesor y amigo, Don Francisco Sentinelli, nos presentó.

Las cosas de la vida, él me conoció cuando era estudiante, cuando yo creía firmemente que todo lo sabía; él compartió sus pensamientos conmigo y supo que yo sería su imagen.

Así fue. Ahora, más de treinta años después, me toca a mí decir adiós. Me siguen muchos, pero uno es el hombre señalado: Francisco Crisafulli. También se llama Francisco y también le dicen Pancho.

Amar la enseñanza y el lugar donde uno la imparte es la clave de una vida plena como la que he tenido en estos años de gloria.

Un último mimo que esta Casa me ha dado, me impulsa a escribir estos viejos y remanidos recuerdos, que quizás a muchos alcancen y a otros les generen la pregunta típica: ¿Cómo no se acordó de mí?

La respuesta es simple, mala memoria, imposible de concebir en ese que bailaba y cantaba loas a la belleza de las fórmulas que alguna vez ocupó vuestras vidas: Don Elbio…

Primero fueron los cuatro mosqueteros, los que recibían mis clases en sus casas, porque me gustaba ir a tomar la leche con ellos. Después vinieron todos.

Todos me hicieron feliz.

Hubo muchos de ideas notables.

Hubo uno que siempre debe estar: el encargado de escribir lo que grababan de mis gritos, el de letra hermosa: Don Daniel Fernández, que nombro para nombrar a todos los que creían firmemente lo que yo pregonaba. Después mis acólitos más cercanos: Raúl Zaradnik y Daniel López. Y entre ellos, muchos que poblaban mi vida con preguntas.

Que estudiaban con ahínco. Uno sobre todo que ya no está y que siempre llevaré en mi corazón: Luis Guisasola, que siempre estuvo con Patricia Infante en esa isla de saber que fue la herencia del admirado Don Luis Magistocchi.

Muchos más que hacían que mi vida del lunes fuera de puro estudio y dedicación para el martes mi gran encuentro con la universidad y mis muchachos, y el miércoles se volvía al estudio severo porque ellos me esperaban el jueves.

Así puse en mi cabeza tanta preguntas y se las dije a todos, y muchos contestaron y otros las contestarán. Siempre recuerdo las tardes de café con tortas en el departamentito de Godoy Cruz, con todos esos niños y niñas llenos del querer saber.

Después vinieron los jóvenes entre los que voy a nombrar uno pero en él están todos, mi querido Tomás Schenechtzer, el hombre de mirada inquisidora, que muchas veces me hizo pensar que valía la pena haber vivido para conocerlo.

Ahora mi amada universidad, no sin pena, ha llegado el momento de abandonarte a nuevos amantes, que te encontrarán en el espacio de saber que está allí, siempre.

Siempre estarás en mi recuerdo.

Tuyo.

Don Elbio Villafañe

 

Reconocimiento a Elbio Villafañe como Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Cuyo. 

Contenido relacionado