Este viernes 22 de junio, en el Anfiteatro Este, se realizó la conferencia a cargo del profesor titular de la cátedra de Iluminación y Color de la carrera de Especialización en Higiene y Seguridad en el Trabajo, que se dicta en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, Luis Deschères.
Esta fue la primera de un ciclo de actividades de Extensión denominadas “Charlas con luz propia”, organizadas en el marco de la Diplomatura de Posgrado en Iluminación y Acústica Arquitectónica.
La presentación trató acerca de los tres efectos que tiene la luz en el ser humano: visual, biológico y emocional (los dos últimos descubiertos recientemente); lo cual tiene una importancia vital en el diseño de la iluminación interior y, por ende, en la arquitectura. Pues, como expresó el disertante: “Hay que tomar conocimiento de que tenemos que reloj biológico que se sincroniza con la luz; entonces, si esa luz no es la adecuada, el sincronismo de nuestro reloj biológico se desfasa y nuestro organismo empieza a tener problemas. Por ejemplo, una luz fría y blanca, al atardecer y a la noche, hace que la hormona que se llama melatonina (encargada del sueño) baje en nuestra sangre, cuando en ese momento tiene que subir”. Y enfatizó que dicha luz, sumada a la de las pantallas, provoca problemas en el sueño.
Asimismo, manifestó la necesidad de utilizar otro tipo de luces durante el día, lo que cobra importancia para la iluminación de lugares como hospitales, geriátricos y escuelas; donde se demostró que la utilización de una luz fría lleva consigo una mejora en la secreción de cortisol, que es lo que mantiene despierto y alerta. Es decir que, al planificar los tipos de iluminación, debe procurarse que esa persona mantenga su ritmo circadiano, que es el reloj interno que regula sus efectos biológicos con normalidad.
Durante la presentación también se trató el impacto que tiene la luz sobre el medio ambiente y la salud pública, teniendo en cuenta que desde hace aproximadamente unos 50 o 60 años se está generando una importante contaminación luminosa en las grandes ciudades. Lo cual provoca efectos no sólo sobre los seres humanos sino que también ataca a la fauna (aves, tortugas, pájaros, peces, etc.); pues las excesivas luces en el cielo hacen que esta se desorienta y aún no se conoce qué efectos puede tener esto en el largo plazo. “Puede ser que algunos sobrevivan, pero no estamos seguros de qué va a pasar en el futuro si no controlamos esa contaminación luminosa del cielo”, destacó el especialista.