La sociedad actual exige cambios en los procesos de enseñanza y aprendizaje de las ciencias. Esta fue una de las razones por las cuales la Dra. Graciela Valente, Directora General de Ciencias Básicas de la Facultad de Ingeniería, impulsó junto con su equipo de investigación un proyecto en 2019 que buscó cambiar el proceso de enseñanza-aprendizaje de la Química General por uno en el que resaltara la importancia de la adquisición de competencias.
Con el enfoque por competencias se espera que el estudiante sea capaz de utilizar los distintos tipos de contenidos, en donde se involucran conceptos, procedimientos, actitudes, para actuar ante la realidad y en diferentes contextos, logrando integrar los elementos cognitivos y afectivos. Las competencias no se alcanzan o se logran, sino que se desarrollan, son saberes complejos, multidimensionales (dimensiones conceptual, procedimental, actitudinal, comunicativa, metacognitiva y estratégica).
El equipo presentó al estudiantado un conjunto de habilidades que consideraron indispensables al momento de manejar los conocimientos y que contribuyen a los saberes: Conocer, Hacer y Ser.
Los Saberes Conocer implicaban conocimientos teóricos de la materia como por ejemplo ecuaciones y reacciones químicas. Los Saberes Hacer referían a todos los saberes cognitivos-motrices: lo cual significa saber cómo comportarse dentro de un laboratorio. Los Saberes Ser tenían que ver con la rigurosidad e los cálculos y en la analítica, entre otras.
Este cambio de paradigma requiere de un sistema de evaluación de los aprendizajes pertinente. La forma elegida para evaluar este tipo de saberes fue la evaluación por rúbricas, con niveles de logro que incluyeron los niveles principiante, básico, autónomo y avanzado.
Cambios en los hábitos estudiantiles
El contexto actual en el que se desenvuelven los estudiantes que ingresan a la facultad no es el mismo que hace cinco años. Jóvenes atravesados por nuevos hábitos: uso de tecnologías digitales marcadas por la inmediatez y la instantaneidad, bombardeados de información y estímulos visuales, jóvenes que en algunos casos estudian, trabajan o cuidan a sus hermanos: toda esta atmósfera produce cambios en los tiempos y la atención dedicados al estudio de las materias.
Al respecto de este contexto, Graciela Valente refirió lo siguiente: “Adecuarse a las nuevas reglas de juego sin perder de vista lo importante, mantener la calidad en la enseñanza, es un tremendo desafío que supone un replanteo en términos educativos tanto de los contenidos, como también, de los procedimientos y estrategias utilizadas para aportar al perfil profesional que se pretende”.
Sobre el trabajo antes, durante y después de la pandemia
El equipo de investigación resolvió trabajar con la cohorte ingresante del año 2019: 49 estudiantes comenzaron la propuesta, aunque solo 35 de ellos pudieron concluir con todo lo solicitado. Al respecto, Graciela expresó: “Pudimos observar que la deserción a las prácticas iba en acuerdo con la ausencia en los parciales esto, a su vez, asociado a aquellos estudiantes que habían obtenidos bajos resultados en las distintas instancias de evaluación”. A pesar de las deserciones, “los estudiantes que completaron el curso mostraron un alto grado de satisfacción con respecto a la propuesta experimental y a la organización de los mismos” constató Valente.
Es importante destacar que la propuesta inició en el año 2019, con estrategias diseñadas para trabajar en ámbitos presenciales. A partir del año 2020 ante el brusco cambio de escenario producido por la pandemia, ocasionada por la COVID 19, se plantearon alternativas de trabajo en entornos no presenciales. Recién en el año 2021 se combinaron ambas modalidades.