En recuerdo a una gran alumna y mejor persona. Ing. Federico A. Di Lello.
Sandrita:
Me han solicitado una despedida por tu temprana partida, sin embargo creo mejor y más importante recordar cuál fue la primera impresión que tuve cuando allá por 1988 te conocí como alumna de Centrales Hidráulicas.
Era ese lunes el primer día del nuevo curso que venía dictando. Y como acostumbré durante mi paso por la docencia, comencé por presentarme y recorrer con la mirada a la nueva cohorte que tendría ese año 1989.
Ingeniería Civil por entonces tenía una duración de seis años, con asignaturas anuales y la Cátedra a mi cargo estaba en el 6° Año, el último de la Carrera.
Había un puñado de mujeres entre los alumnos que cursaban, pero de todas esas miradas curiosas por saber quién era el nuevo profesor, me llamó la atención la de una alumna pequeñita, de ojos negrísimos y muy vivaraces, que parecían vivenciar el momento con una alegría diferente a la del resto del curso.
Las clases de ese año fueron semejantes a la de otros cursos, pero a medida que fuimos avanzando en el dictado, te destacaste por tu aplicación y por encima de todo, tu humildad y sencillez para consultar aspectos que te interesaban o bien cómo era alguna parte de la clase que no habías comprendido bien.
Fueron pasando los meses y finalizó el curso. Vinieron otros alumnos y un día de diciembre de 1991 te presentaste a rendir tu último examen, con la humilde sencillez que fue tu característica existencial.
Luego de aprobar el examen tus compañeros me avisaron que te habías recibido con mi materia. Te saludé como colega y pensé que ahí finalizaría nuestra relación.
Sin embargo poco tiempo después aparecieron nuevas obligaciones, teníamos un convenio con el MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y allí apareciste nuevamente para ofrecer tu colaboración.
Y no sólo fuiste muy eficiente sino que te destacaste por tu honestidad y profesionalidad, la cual fue reconocida por los importantes docentes que nos visitaron y con los cuales interactuamos, en particular el Dr. Ing. Frank Perkins, quien era por entonces el Decano de la Facultad de Ingeniería del MIT.
Siguieron más trabajos de investigación, también tus progresos académicos, los que siempre me los comunicabas y consultabas, como también cuáles eran tus aspiraciones.
En Agosto de 1994 me comentaste que habías comenzado la Maestría en Ingeniería Ambiental y con esa sencillez que sólo los buenos poseen, un día de Julio de 1999 me dijiste que habías obtenido el título de Especialista.
Poco tiempo después te fuiste a España en pos de un Doctorado y en Abril de 2005 regresaste con tu Doctorado en Aguas Subterráneas de la Universidad de Granada. Pero no sólo traías el Doctorado, sino que también en Julio de 2004 habías homologado en España tu título de Ingeniero Civil de la UNCuyo, al de Ingeniero de Caminos Canales y Puertos.
Tus aportes siempre fueron solventes y responsables, tanto que te convertiste en mi mano derecha y casi como una hija para mí. ¿Sabes por qué lo sé? Porque con tu humildad y sencillez fuiste capaz de entrar en mi corazón y en el de todos los que tuvieron la suerte de conocerte.
Aunque ya no estés con nosotros, siempre estarás presente en el recuerdo de todos que te conocimos.
Sandrita, muchas gracias por tu cariño y amistad generosa, que también mostrabas alimentando a cada mascota desvalida que se te presentaba y que amorosamente cobijabas.
Hasta cuando el Señor decida que volvamos a reunirnos nuevamente. ¡Gracias y hasta luego, querida Sandrita!
Un recuerdo para la Prof. Dra. Sandra Patricia Ibáñez. Patricia S. Infante.
Este 21 de agosto pasado llegó la triste noticia del fallecimiento de nuestra Profesora Sandra Ibáñez, nuestra Sandrita como cariñosamente le decíamos todos, un diminutivo que se ajustaba muy bien a su aspecto físico, delgada y de pequeña estatura, pero no a la enorme calidad de su persona.
Muy sencilla y humilde en su diario accionar, con una devoción impactante por el cuidado de sus perrhijos y de los perritos de calle, buscando hogares de adopción y cubriendo los gastos de medicinas y servicios veterinarios.
Muy dedicada a su labor docente y una incansable investigadora, excelente compañera de trabajo y amiga. Un fiel ejemplo de lo que Bob Marley inculcaba: “No vivas para que tu presencia se note, sino para que tu ausencia se sienta”, y cómo sentimos tu ausencia querida Sandrita.
“Una excelente persona comprometida con su profesión y la docencia, con posiciones claras y muy humana”. Gerardo Espinosa.
"Sandrita", para todo los que la conocimos y apreciamos, con el profundo respeto y admiración que siempre mereció. Mariana Troncoso.
Pocas personas he conocido que estuviera tan comprometida con su profesión, no sólo generosa con sus colegas y con sus alumnos sino también con aquellos seres indefensos a quienes cuidaba con tanto cariño. Dio su vida por todo lo que creía correcto y justo.
Con una calidez y una transparencia auténticas, uno sabía que podía contar siempre con la Sandrita.
En mi caso personal, voy a extrañar muchísimo escucharla saludándome con un Hola Marianita!! y su sonrisa, ese caminar apurado de pequeña talla y todas las historias con sus amigos de cuatro patas.
Me quedo con ese último abrazo, de los pocos que damos entre colegas, y todo lo que entregó desinteresadamente a quienes la acompañamos de alguna manera a lo largo de su vida.
Y Sandrita sigue. Arnaldo Barchiesi.
Y Sandrita sigue apoyándonos …
Como cada vez que se brindó con total generosidad y amplitud en respuesta a nuestros pedidos de opinión y de consejo …
Y Sandrita sigue brillando ...
Como cuando se integró al equipo de profesores de la Maestría en Ingeniería Geotécnica, dictando la asignatura de Hidrogeología con altísimo nivel académico y pedagógico …
Y Sandrita sigue acompañándonos ...
Como cuando nos regalaba su sonrisa y simpatía inigualables ...
"Compañera y amiga. La ética personalizada. Una luz para muchos de nosotros". Juan Carlos CACCIAVILLIANI.
Humildad y sencillez en todas sus acciones. José Alberto Flores
Recuerdo su trabajo abnegado en la Dirección de la Maestría en Ingeniería Ambiental, su gestión fue de un sacrificio abnegado y silencioso, mas allá de lo académico y administrativo, siempre buscando lo mejor para los alumnos, los docentes y la Facultad. Con que ojos de cariño y respeto hubiera visto Don Luis María a su sucesora.
Su humildad y sencillez en todas sus acciones, como debe ser, aun teniendo un doctorado europeo en ingeniería.
Una verdadera persona de bien, que amaba a sus padres, hermanos y sus queridos perritos, que la pintan como una persona buena.
El vacío que deja en la Facultad en su especialización teórica, practica y de investigación en un tema crucial en nuestra zona como son las aguas subterráneas.
Cuanto voy a extrañar esas charlas cortas pero riquísimas en la sala de profesores en esas siestas solitarias y tranquilas, donde muchas veces me confió problemáticas de los grupos, de la Maestría y la docencia. Como creyente me consuela la certeza de que un día la volveré a ver.
Para Sandrita, un Legado de Conocimiento, Compasión y Servicio. María Esther Barbeito y María Ruth Clausen.
La Dra. Ing. Sandra Ibáñez, quien recientemente nos ha dejado, será recordada no solo por su extraordinario aporte a la hidrogeología de la provincia de Mendoza, sino también por la profunda huella que dejó en las vidas de quienes tuvieron el privilegio de conocerla. Sandra fue una profesional excepcional, cuyo vasto conocimiento y dedicación la convirtieron en una figura clave en la defensa y gestión de los recursos hídricos de la región.
Siempre dispuesta a compartir sus conocimientos, se destacó por su generosidad y disposición para ayudar a quienes lo necesitaban, convirtiéndose en un pilar fundamental en su comunidad.
Su amor por Mendoza se reflejó en su inquebrantable compromiso con la protección de sus intereses y recursos naturales. Pero más allá de su notable carrera, Sandra será recordada por su inmenso corazón y su compasión por los más vulnerables. Fue una defensora incansable de los animales desamparados, dedicando gran parte de su vida privada a su cuidado y protección.
El legado de la Dra. Ibáñez perdurará no solo en sus logros profesionales, sino también en el amor y respeto que sembró en quienes la rodearon. Su memoria vivirá en los corazones de aquellos que la conocieromos y en el impacto positivo que tuvo en su comunidad.