Carta del Ing. Juan Carro

Buen día a todos, en especial a la familia de mi querida Valu, a quienes llevo siempre en mi corazón. En este día tan especial me han elegido para dedicarle unas palabras a Valentina.

Podría escribir mucho más que un libro sobre lo que Valentina significó para mí, por eso me va a resultar muy difícil reducir prácticamente gran parte de mi vida en unos párrafos.

A Valentina la conocí en el año 2014, año en el que empezamos a compartir la vida, todavía recuerdo fragmentos de nuestra primera charla que ambos habíamos rendido dibujo técnico, mal por supuesto, y nos empezamos a reír de lo feos que eran nuestros dibujos, desde ese entonces, empezamos a unirnos más y más compartiendo risas, conocimiento, amistades, momentos amargos pero en el balance, siempre predominaron los momentos felices.

Mi amistad con ella y con Vale Felici, a quién no puedo dejar afuera de éste trío perfecto que supimos ser, creo que nos ayudó a llevar con otro grado de liviandad la cursada y las ganas de continuar en la facultad, porque no sólo íbamos a estudiar, sino también a pasarla bien, a vernos y disfrutarnos.

Valentina siempre fue aplicada como ella sola, ordenada, prolija, exacta, dueña de una inteligencia fresca y práctica, pero, en este espacio no quisiera limitarme a definirla en términos académicos porque sería ser ingrato con ella. Valentina más allá de ser sumamente responsable con sus estudios y sus metas nunca se olvidó de ser humana. Es la humanidad de Valentina, su humor, su forma de percibirse en el otro, de dar una mano, de hacer un resumen y compartirlo sin rodeos, de dejar de estudiar y explicar un tema sin perseguir algún reconocimiento de las cosas que más extraño de ella.

Pienso que, como buena artista de la vida que supo ser,  nunca podré  permitirme limitar su vida  a su existencia física porque, para mí, Valu siempre va a seguir viva en su obra, no solamente sus logros académicos, o papeles. Valentina obró generando miles de anécdotas y recuerdos y por eso siempre va a  permanecer viva permanentemente en mis recuerdos y en los recuerdos de tantos otros. 

Por esto, siempre voy a recordarla viva, vivaz, ocurrente y con la mejor sonrisa que es lo que siempre me provocó, ganas de sonreír. 

Muchas gracias a todos por su tiempo, les dejo miles de abrazos cargados de cariño y amor.